GRIETAS



Reviso las aperturas reabiertas,
recojo el alquitrán derramado,
y lo miro, con tristeza,
sumergiendo mi cordura en sus entrañas.

Espiando los alaridos descompuestos,
todo se acaba en el más sucio espantapájaros,
escupiendo gruesas esquirlas,
cartas reveladas,
misterios inauditos.

Tejidas con luces tenues,
huyen tras las pausas somnolientas,
se esconden en los alrededores
de las arrugas sacrificadas.

Los silencios conquistados en las laringes
ansían cielos, que jamás volvieron a ser negros,
resultado del cristales sangrantes,
miniaturas de corazonadas.

Azorada, no me atrevo a esgrimir la caricatura,
cuando los mimbres se mezclan con las venas,
y se confunden, y me confunden.

OLVIDO DEL RECUERDO



Ruedan las tristezas que suceden
a las carroñas despiadadas.
Los antiguos olores son
pasto del terror enardecido,
del Narciso más sagrado.

Las Sofías descarnadas
lidian los coitos,
muerden con agujas afiladas.

Lúgubres se rasgan
el rizo inadecuado,
las letras ausentes,
las memorias púrpura.

La bravura concertada
aterradoramente se pone a salvo
y salda sus más oscuros presagios,
donde las canciones tristes
sofocan sus sollozos.

NAUFRAGIO



Chisporrotean hoy las vulgares escaramuzas,
asaltando a las extremidades alternadas.
Borbotean los suspiros
y la sangre se resiste a los alrededores.

Bruscamente, nos reanimamos
entre colchones de sentencias y
muros de tremendos rascacielos.

Vaciamos los verdes sintéticos,
y nos sacudimos el polvo de las entrañas.
Carecemos de extintores salteados,
los que rezuman borbotones de silencio.

Los sentidos ronronean abastecidos
por el silbido caliente
de los prismas marcados
y suicidas.

A la deriva, las soledades
vagan en la herrumbre
de los abrazos asaltados.
Mientras, los interrogantes
se vuelven esqueléticos.

BOIRA



Barallant per l’esperança trencada,
tot es torna nuvolós,
com les espurnes del nostres ulls.

Ja no existeix res d’allò.
Dels esperits que dansaven
amb les ales embenades.

La metòdica candent
ja no sona com hauria.
Les closques invisibles
han envellit massa ràpid.

No sabem perquè però,
la cadència s’ha tornat
trista,
i la ment es fusiona
en trossos d’arraval.

No em deixis caure,
a la boira que ens amagava,
a la deconstrucció,
a la ruïna.

EN LA ORILLA



Embarcada en papeles mediocres,
acaricio los condicionales
que nos ofrecen flores
de esparto.

Preestrenada en las virtudes de cómico,
exploto en las cuestas amargas.
Me pierdo en las perdiciones.
Me trago la gran lágrima
de supermujer.

Ansío la dirección final,
el esternón de vicios,
la cordura desmantelada.

Espantada de mí misma,
aspiro el humo de los cordones,
padezco las versiones opacas,
ralentizo las sonrisas ajadas,
me desoriento en el caos.

Rasguño las intuiciones inexorables,
embravecidas en las cornisas,
Me restrego hacia las tangentes.
Desvanezco ante lo evidente.

CLAUSURA DE LA AUSENCIA



Versionando tus impresiones.
Garabatos de afluentes,
dispares, inoportunos.

Los lutos son siempre suficientes,
en las búsquedas de las oportunidades
reencontradas,
en los arrepentimientos bordados.

Fábulas entre horas,
releídas para no sentir
que se te escurre la vida
entre tus largos dedos.

Proclamo, poderosa,
la banalidad de tu pensamiento,
la cobardía horneada
al sentimiento desnudo,
a la máquina vacía.

Te arrancaste la conciencia,
y te sentiste libre.
Goza, escandaloso.

DESFASE



Musicando los espacios del regodeo,
estiro las pieles del recuerdo,
me arranco los sellos tardíos,
me reflejo en los poros
extinguidos.

El tropiezo viene seguido
por el arranque y el retardo,
la muerte de los troncos,
la vergüenza de los anclajes,
la vidriosa acritud del vino.

Abandonada en el espacio siniestro
entre momentos simultáneos,
radico en órdenes diferentes,
repatrío el desfase de ricino,
maúllo por los alephs perdidos,
cimentados en cuestión
de pestañeos.

SUCEDÁNEO DE PIEL



Relanzada hacia las oportunidades de oro,
noto como se astillan las mucosas
de mis costuras.

Burlando los espacios alcanzables,
bramando entre escamas trascendentes,
verifico la salud incierta,
la singularidad exorcitada.

Esparzo mentiras en los cartones
e indiscutiblemente me desconozco.
Olvido las batallas segadas,
busco símbolos de lo vivo
en tanatorios de extraños.

Mortificada con el absurdo,
estiro el brote de pellizcos,
amortajo mi equipaje,
reclamo mi pacto y mi asfixia.

TRANSPARENCIA DEL SILENCIO



No había reproches implícitos,
ni surcos relativos.
Lo sabíamos desde el principio.

Resbaladizos e insignificantes,
nos dejamos caer por los trazados
inconclusos.

Las ascuas, petrificadas,
nunca se acostumbraron
a mirar pasar el infinito.

Ahora, el amarillo resbala,
goteando por las mirillas.
Justo en el momento,
en que nuestras miserias,
se vuelven invisibles.

ARGOLLAS



Relampaguea en las entrañas,
y el color reactivado suspira,
conspirador y rehecho.

Plagados de lívidos pétreos,
esperamos no ahogar el aire
de los alfeizares.
No bailar con el resquemor,
de las probetas.

Dilapidando travesuras,
sólo nos atrevemos
a agarrarnos fuerte,
a murmurar miradas congeladas.
a rescatarnos a hurtadillas,
a quemar las conciencias baratas.

Rebasando las esquirlas batientes,
acariciamos los recodos menguantes.
Miramos fijamente los pozos horizontales
que avanzan,
latentes y exiguos.

DISCORDANTE



Remango las semillas
trenzadas en los caminos.
Abandono los apetitos
descompuestos.

Ahogo los estanques
perecederos.
Excavo los resbalones
que dejan todo tras de sí.

Escucho bramidos entre almenas.
Rodeo el espacio sombrío.
Absorbo las grietas en los tejados.

Trazo el regocijo entre habitaciones,
donde se abrazan las muescas del alma.
Sonrío entre extintores.
Huelo las huellas pisadas.

Amamanto la extrañeza carcomida
entre las sienes,
la ausencia del sentido,
el aparatoso bramido,
la salazón imperdonable.

VAIVÉN



Atrapada entre los encontronazos
propios de la palabra huidiza,
rechino solapada
entre mis relámpagos torcidos.

Salpico ilustres garabatos
que se ciernen hilarantes
y jocosos
ante mis montañas opacas.

Hiervo entre saltimbanquis y roturas,
madrugo en una bilis permanente,
rezumo, declamo, volteo, resbalo,
santifico la voltereta.

Ante el calor de los abrazos cocidos,
burbujeo, primorosa,
para desembocar en el túnel paradójico
y mantener en jaque
al billete con vuelta abierta.

DESARRUGANDO



Sobrevolando las huellas retornadas,
aspiro aire puro macerado en tiempos.

Zanjado el amedrentar y
la zancadilla,
los océanos ya no se estremecen,
los éxodos se translucen henchidos,
los besos rotos se descubren sellando los vahídos,
y el caos se vuelve semejante.

Descalabro y me defino,
sabiendo que las conformidades,
no son más que calumnias angustiosas
a los indomables espoleados.

Brillante, sonrío,
y me declaro resucitada empedernida,
volátil impetuosa,
somnolienta incansable,
honesta vividora.

TE LO TOMO PRESTADO II. O EL E A ELA



Había unha vez un el que era todo noite.
Sombra de sombras, paso solitario,
moito camiñaba as noites para atopala.

Había unha vez unha ela que era todo día.
Destello de trigo, danza clara,
moito camiñaba os días para atopalo.

Moito buscaban o el e a ela.
Moito perseguía a noite ó día.
Sabedores estaban o el e a ela de que
a búsqueda non se encontraba.

Parecía que non, que imposible,
que nunca, que xamais...

Entón chegou a madrugada,
para el, para a ela.

Por sempre xamais.

APAGÓN



Rotura reconstruida.
Ácido y sentido
desapego del vaso rebasado,
Tirantez descosida.
Vacío encaramado.
Claridad de espejo manteado.

Retorno a lugares locuaces.
Imposibilidad distendida,
relamidamente camelada.
Bocanada provechosa en el sendero.
Carrerilla zanjada presurosa.

Silencio del luto absurdo,
carcomiendo, intenso.
Expiración de entrañas agotadas,
de la falta, del resollar,
del decante por la lucha desigual,
de la aspiración a acordes imperfectos.

Viperina en el braceo fuerte.
Capeo de la superviviencia.
Reclamo del merecido desmayo.
Falacias absolutas.
Recodos de deslices inexplorados.

Destrozo y castigo,
por exigencias del guión,
Desvanecimiento inminente.

DEPÓSITO DE CORDURA



Renacidos e incoherentes,
saldamos deudas con el pasado.
Brotamos de los espejos herrumbrosos
y nos movemos hacia las partidas ganadas.

Remamos a brazadas,
con afán del retoño escondido,
con humores tenues y azarosos,
con silbantes sonrisas lacrimosas.

Erramos en los escollos pronunciados.
Miramos, fijamente, al porvenir
que se cierne en la penumbra.
Salivamos las esquirlas acuciantes.

Decantamos los efluvios distantes,
por las parras remendadas.
Temblamos, con adioses grandes,
y almendrados.

Encaramos las señales impecables,
que nos arrastran hacia el comienzo
del estado imantado,
del empuje brutal,
de las veletas preciosas.

RECONSTRUCCIÓN



Necesidad de girar la hoja,
y empezar a escribir en blanco.
Ansia de cortar los deliciosos cables
para ocultar lo que ya está perdido.

Necesidad de conjurar los instantes increíbles,
y hacerlos terrenales,
y guardarlos en su lugar,
en su tiempo, en su urna de cristal.

Necesidad de ahuecar los recuerdos,
y guardarlos en el desván,
como algo bello,
como algo pasado.

Necesidad de reconstruir la vida,
y esgrimir el derecho a la cuenta nueva,
sabiendo que pasó con creces,
pero que ya los sellos están zanjados.

Necesidad de ahuyentar la melancolía,
y dejar de pisotear los momentos presentes.
Saber que impecablemente,
es hora del punto y final.

BLANCA OSCURIDAD



Retazos, innumerables retazos,
deshechos, helados, crujientes.
Reacción exhausta al oro reluciente.
Presión acongojada de sirenas andarinas,
Hastío embargado.

Vacío sembrado con palabras dignas.
Desvalorización de la palabra pronunciada.
Coraza acuciante en mitad del todo.
Resquebrajo inherente
en mis pozos solitarios

Desorientada y carente de brújulas.
Rodeo las penurias que rasgan
los engañosos gajos de naranja.
Sigo, umbilical y reseca.

Condenada y agraciada,
esgrimida e ilusa.
Vago hacia falsas madrigueras
amenizadas por los correspondientes senderos.

CERRANDO



Rubricados por la clemencia de las ausencias perdidas.
Vemos escapar escollos entre lazos vertiginosos,
caricias de lo renacido que ya mueren,
memorias mentales, agotadas, enterradas.

El óxido y el estruendo nos evitaron el peligro,
de la percepción de la cuerda floja,
de la pérdida de la fortaleza,
del escondite entre las sienes.

Pero seguimos vivos y desorientados,
con melodías atrapadas en las pieles.
Altramuces imperfectos,
encerrados en puertas blindadas.

METAMORFOSIS



Y nos rodeamos de belleza,
y miramos, especulados, a nuestro alrededor.
Y la belleza nos daña el alma,
y nos impide serenarnos con una vida uniforme.

Y sin embargo, siempre llega la pesadumbre,
que nos exprime, nos amaga,
nos alcanza, nos viola.
Nos obliga a exterminar esa etapa de infantil ilusionismo,
que no viene a cuento en el mundo terrenal.

Y los pilares se caen, y la vida se derrumba,
y ya no queda nada que mantenga en pie
aquello que habíamos añorado,
que nos hacía sentir geniales.

Y las vigas ya no son de roca,
sino un espectáculo de cartón.
Y los besos desalados ya no cumplen como antes,
y de excelentes amantes,
nos transformamos en mediocres muñecos supervivientes.
Y las lágrimas ya caen rodando por las acequias,
con la pesadumbre de la fortuna agradecida.

Y es que, aunque todos queramos,
no sabemos sino naufragar en nuestras heridas.
Chapotear, azarosamente,
para tratar de resarcir
el empuje de los volcanes lacios
que explotan a veces en las esquinas
de nuestras vidas.

Y aún así, retozamos entre el polvo mugriento,
y subimos escalones carcomidos,
pero escalones, al fin y al cabo.

Y nos dejamos inspirar,
porque no existen las mañanas
capaces de acariciar los nudillos del alma.
Porque sabemos, siempre lo supimos,
que aunque nademos en un resquicio seminal,
luchamos por ser cultos y brillantes,
y compartir el éxito austero,
con perfecciones matemáticas,
que nunca pasan al lado,
de la realidad perfecta.

REMEDIO PARA MELANCÓLICOS



En las comisuras de los besos,
resbalan los tropiezos.
El clamor devastado lanza
argollas de clavos furtivos,
anhelados en huecos inaccesibles.

Mi eslabón perdido, mi conexión humana.
Pavor al hilo demasiado fino.
Cerrar heridas con rechinar de goznes.
Desechar errores mártires.
Saber que la certeza nunca fue gris.
Mezclar el brebaje de estupor y carcajadas.
Herir los senderos horadados.

Extirpar la vista atrás.
Retar al azar a que nos atienda
en el vertedero de la imaginación.
Hacer añicos la variedad resultante
el espejo retornado,
el sutil abrazo roto
en el que nos conectamos.

DIFUMINADA



Sobrevivir, soberanamente, amargamente.
Tropezar con el tesón volátil,
escarchado en residuos espartanos.

Minar en el anclaje
del vaho pueril,
traicionado en reservas
insustanciales.

Colorear, borrar, reescribir.
En tintes azules, en tintes lejanos.
Ser de agua amarga.
Renacer en hielo picante.

Perder la esencia innata,
la que gime en los pedestales originales,
la que difumina las esencias
la que estrangula la cordura.

VIVA



Agujas trenzadas,
prendidas, extrañas somnolientas.
Ardid de hogueras,
extasiadas, imaginadas en pólvora,
astilladas de hastío.

Espoleo apresurado,
mordiscos en el estomago,
branquias cantantes,
párpados de borrasca.

Tiroteos de tensión azulada.
Bocanadas deliciosas.
Clavos en las esquinas.
Respiración fuerte, saliva clara.

Pellizco de esquirlas…
definitivamente, viva.

CASI



Las rodillas ensangrentadas
y la vida barajada,
sin manuales, con brechas.

Ahogada, atrapada, conformada,
con mis propias cadenas,
con mi propia fábrica de cordialidades
aplacadora de los infinitos.

Me vacío de penumbra,
para perder el contacto con los intentos.
culpa de mi culpa inarriesgada,
alimentada de lo sucedáneo.

Felicidades ralentizadas entre espumas,
remilgos de lo que ansío.
Sin poder tocarlo entre mi piel,
y resbalar por mi cuerpo,
a mi antojo.

Toboganes de segundas decisiones,
las que nunca se toman,
las que se viven con el a punto,
la ilusión en los tobillos,
y la sangre golpeteando
a un centímetro del orgasmo final,
jamás alcanzado.

Perecer ante el mundo
de la plenitud absoluta,
destinada al trazo que solo subraya.
Volcar los máximos relativos,
en los desagües de la bondad asentada,
conformada e irrespirable.

GOTEO



Devorada por la curiosidad perecedera,
de los hábitos habitados,
palpito de miedo arrebatado,
ocultado en el sentido escueto
del revocablemente demasiado.

Remilgada y envejecida,
selenita en mi propio planeta,
no sucedo en el braceo,
por el dolor requemado,
por el hedor a tormenta.

Abrochando los umbrales,
escojo el sentimiento;
la voz del espíritu jocoso,
la locura blandida y encarcelada,
el riesgo incalculable.

DESGARRANDO



Torcidos por el esbozo sutil que nos caracteriza,
saltamos entre las roturas de los cristales,
mientras gritamos como niños desaforados,
y nos miramos dentro de los ojos,
muriéndonos de la risa.

Brillamos en la lejanía, suponiendo
que el mundo se cae a pedazos,
y resistiendo con el disfrute
de una canción desgarrada.

Preferimos desgastarnos de intensos,
antes que de importantes.
Mezclamos salivas y gotas amargas,
en partes aleatorias,
saboreándolas,
como un último polo de limón.

Estremecemos de pasión
en escenarios encontrados sin avisar,
esparcidos en las curvas del que no espera.
Nos regalamos la fragancia de lujo,
en los días memorablemente harapientos.

OPACO



Curiosa sensación,
el sentirse opacamente triste,
al estilo Benedetti,
sin ansias de certificar
al escollo culpable.
Sin conjurarlo y venerarlo
en una cruzada del tiempo.

Sólo leve letanía de cuentas
ásperas y fugaces,
caídas en los resquicios mundanales,
de la vereda olvidada.

Grisáceo instante,
a la cuerda floja entre dos egos.
Vertiente de sales vaporosas,
zurcidas entre las cáscaras
que se nos abren.

BROTES



El tiempo no sigue, se para.
Los tejados de voltajes
hoy profundizan demasiado.

La juventud conspicua
y el minutero hiriente,
inventan un nuevo brindis,
y no me abandonan.
Siguen allí,
intactos,
al ventajoso vidrio de la arruga,
al alivio venerado del carbón quemado.

Desazón inexplicables,
de sedes insaciables
al segundo que ahora se escurre,
paulatino entre los dedos,
al remojo de verbos hirientes,
al brote de espumas y,
vasos llenados al gusto.

Ante la tentación del freno con suspiros,
vencen los clamores del asalto
a los balcones de espinas,
a los de muertes redimidas,
a los de vidas renacidas.

Primavera de fuerza,
con aroma de vejez
de caos trazados en mármol
y esparcidos al antojo
de vientos revoltosos.

Restauro mi vida,
coloco mi dosis
de aire ventilado,
disfruto del estallido
y … broto.

TRAPECIO




Rezumando gloria celestial,
quiero beber entre los poros de la discordia,
amamantarme de la desazón involuntaria,
que culmina en los rasgos
cansados de cualquier resbalón.

Apaciguada por el descenso del ocaso,
el tropiezo se vuelve escalera,
y el resollo clama en llovizna,
sed inconsolable.

Puertas de hojalata y cobre moribundo,
simpatizan con el aliento bochornoso
que la soledad apremia.

Trapecio escuálido, que reverbera
en los ponientes azules,
y expira en los recónditos
aclamos de cristal sucio.

Ferviente indecorosa,
mino las pupilas del ansia.
exprimo el brote inmaculado,
trasiego con la espiral de escarcha.

TE LO TOMO PRESTADO



Si ya no puede ir peor,
haz un último esfuerzo,
espera que sople el viento
a favor.

Si sólo puede ir mejor,
y está cerca el momento,
espera que sople el viento,
a favor.

EFECTOS MARIPOSAS




Efectos mariposas,
flotan en el ambiente,
y me prescriben, laurean e inseminan
con la nostalgia enterrada.

Silbidos de tristezas cascabelean
entre las dichas y las canas.
Precisos momentos en que
la distancia ya es demasiada
para salar las opciones abandonadas.

Soledades en la sombra,
que acumulan resquicios
de veras sesgadas,
y a puntos del intento;
inconscientes de la vida,
de su única oportunidad.

Acristalado con flujos,
que ya no vienen a cuento,
se encierran las páginas,
tantas veces narradas.
Letargos sin importancia,
que siempre, amordazada, la tuvieron.

Despedidas de fresones,
regadas por alas valientes,
escudriñan las luces disipadas.

A TRAVÉS DEL ESPEJO



Reducida e invisible,
salpico ascuas de revólveres.
Vertida en el camino próspero
de los desencuentros,
clamo en la búsqueda
del reconocimiento inexistente.
Impulso de madera,
trazado en la imaginación
sin trascendencias mutiladas
ni valses jubilosos.
Prosigo, encauzada y mendiga
en el abrazo del reflejo.

MARIONETA



Trastos de absoluto desacierto
hacen de mi un alma
un lugar triste, pobre,
ridículamente bañado
por sonrisas de aluminio.

Brincos trazados con sales
de historias pensantes,
alcanzan a socavar
cualquier intento de
desollar la cordura.

La soga agrietada y caníbal,
apareada con el destino
de tiznes y marionetas,
lanza espumas de apagada marejada,
que ni yo misma puedo entender.

Cruzada por la sensación
perdida de los témpanos,
carezco de autonomía razonable,
y me desvelo,
entre los clavos de las adversidades

Exhausta en la ambigua sensación
de los dormidos,
abandonada en la hojarasca nocturna,
mascullo mi rebeldía brotada,
y la trenzo con mis venas.

SIENTO



Siento, fuerte, arriba, alto.
¿Es eso irremediablemente condenable?
Vierto, rozo, me rozan,
y la caricia deslizada avanza
a pasos agigantados por
las venas precintadas en
resbalones lacios.

Toco, sueño, muero, verde.
Fugaz y madera, velos absurdos.
Sal, brillo, nudos, angustia,
que vuela bajo y se fragua en
cráteres semblantes,
aspirando en el reembolso
de razones imaginarias.

VISTA ATRÁS



Vestidos de lenguas muertas,
rodeando la procesión eterna.
Mustios andares de convencionalismos
que se mueven en el viento,
y en las adversidades.
Eternamente castigados,
al estado del brote podado.

Almas enrarecidas que navegan en los pomos
de todas las puertas que decidimos no abrir.
Amianto en las tarjetas de visitas descoloridas,
que rozan las comisuras refritas,
y desprecian las hogazas horneadas.

Montañas crecientes de soledad concentrada.
Huyendo dentro de una isla,
labrada con espejismo de comunicación
y desazón al intentarlo.

Soledad decrépita en las alturas,
rodeada de viento hojeado.
Visitas fugaces de verdades motrices,
en la caída del crepúsculo imperturbable.