GRIETAS



Reviso las aperturas reabiertas,
recojo el alquitrán derramado,
y lo miro, con tristeza,
sumergiendo mi cordura en sus entrañas.

Espiando los alaridos descompuestos,
todo se acaba en el más sucio espantapájaros,
escupiendo gruesas esquirlas,
cartas reveladas,
misterios inauditos.

Tejidas con luces tenues,
huyen tras las pausas somnolientas,
se esconden en los alrededores
de las arrugas sacrificadas.

Los silencios conquistados en las laringes
ansían cielos, que jamás volvieron a ser negros,
resultado del cristales sangrantes,
miniaturas de corazonadas.

Azorada, no me atrevo a esgrimir la caricatura,
cuando los mimbres se mezclan con las venas,
y se confunden, y me confunden.

OLVIDO DEL RECUERDO



Ruedan las tristezas que suceden
a las carroñas despiadadas.
Los antiguos olores son
pasto del terror enardecido,
del Narciso más sagrado.

Las Sofías descarnadas
lidian los coitos,
muerden con agujas afiladas.

Lúgubres se rasgan
el rizo inadecuado,
las letras ausentes,
las memorias púrpura.

La bravura concertada
aterradoramente se pone a salvo
y salda sus más oscuros presagios,
donde las canciones tristes
sofocan sus sollozos.