ENTRE VACÍOS



Cuando el vacío que nos envuelve
se torna tangible,
lacio como raíces,
como esquirlas o tachuelas,
el brebaje ya no tienta a la suerte,
y se agazapa angustioso,
sumergido en el hedor
de las brisas inhaladas.

Cuando los matojos se esparcen
apaciguados entre rendijas
y castaños,
ya nada tiene el menor de los sentidos,
todo se ramifica, se lima, se cae,
se mina ante las sorpresas acuosas,
se derrite con las huellas certeras.

Cuando los tímpanos no responden,
y las lenguas se pegan a las costillas,
la claridad alcanza la prioridad latente
en las lejanías,
en los ponientes.

ESPALDAS



Rebosando de decisiones y claridades
en tacitas de plata,
mirándose compungidas,
se corresponden,
se liman,
se pintan de carmín.

Se esfuman como las cosas irreales,
como lo que no pinta,
como el pedazo oxidado.

De nada sirven las palabras
cuando los actos se enmudecen y
los vacíos son legados salvajes,
capaces de durar demasiado tiempo.

Las roturas se transforman en alimañas
exhaustas
que tan sólo quieren alejarse,
y olvidar los sabores agrios,
los egoísmos,
las iracundas respuestas,
los despojos rasurados.