TRANSPARENCIA DEL SILENCIO



No había reproches implícitos,
ni surcos relativos.
Lo sabíamos desde el principio.

Resbaladizos e insignificantes,
nos dejamos caer por los trazados
inconclusos.

Las ascuas, petrificadas,
nunca se acostumbraron
a mirar pasar el infinito.

Ahora, el amarillo resbala,
goteando por las mirillas.
Justo en el momento,
en que nuestras miserias,
se vuelven invisibles.

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