POEMA DE AMOR EN CUATRO PASOS



Y deshacerme en pedazos minúsculos.
Invisibles, tremendamente presenciales.
Sentir tu voz ralentizada en esa hora mimetizada en segundos de ascensor,
donde me pides que pose mis manos
en un mundo tan ciego como mis anhelos.

Notar tu boca a pocos centímetros.
Galopar en la imaginación, esa triste traicionera.
Emular el tembleque infinito que agita todas las gotas de mi cuerpo.
Acelerar, parar, introducirme dentro de ti
para salir por esa misma puerta de realismo imperfecto.

De nuevo al mundo real.
A la conversación que surge, sorprendentemente fluida, de tus labios.
Despertando entre los límites del sueño, la realidad y la perdición,
me inmiscuyo de nuevo en tus palabras ínfimas.
En tus carnes, en tu lengua.

Me invade la tristeza de intuir semiabiertas
las heridas cicatrizadas.
De matar por el recuerdo de tu piel, de tu olor,
de tu voz, de tu abrazo, de tu beso.
De saberme atada a tus entrañas.

LLANURA



Deslizarte lentamente por la cuerda
Resbalar por un vago túnel de mediocridad.
Llenarte de todo y de nada.
Camuflarte tras la silla abandonada
de este juego absurdo.

Esperar que la vida te sorprenda
para darte cuenta que quizá no lo haga nunca,
que quizá nunca supo de justicieros,
que quizá ya se lo haya cobrado
con las divisas erróneas.

Retorcerme en el camino
decrépito y grisáceo.
Congoja ante la llama
imaginaria y fugaz.

Sentirme amortajada,
abandonada, partida, acabada.
Amnésica ante la magia de antaño.
Amarga ante la eterna longitud
de fuerza agotable,
y lecciones desbordantes, saturadas.

Abandonada por la fe ciega,
de la calamidad que vendrá por sorpresa.

TRAVESÍA



Aún conscientes del reto,
optamos por arriesgarnos,
por lidiar con pieles magulladas y áridas estepas.
Con la mera consonancia
de un par de volteretas y unas cuantas carcajadas.

Nos creamos cicatrices, canas y heridas de por vida.
Consumimos en noches heladas
el poco idealismos que atesorábamos.
Nos volvimos opacos, débiles y astillados.

Nos creímos invencibles,
colmados de prodigios especiales.
Ése fue nuestro error incalculable.
Nos despeñamos ante espejismos engañosos.
Desengañamos a nuestra conciencia.

Nos cansamos del esfuerzo y la injusticia aterradora.
Nos hicimos frágiles y vulnerables.
Acumulamos ilusorios tesón y esfuerzo.
Lo subastamos al primer vendaval
con tintes huracanados.

Vomitamos la razón hastiada.
Calzamos la oportunidad de guante blanco.
Nos perdimos en nuestra propia vida.
Envejecimos sin remedio.
Desaparecimos hace ya un buen rato.

PÁNICO



Miedo a confiar.
Al egoísmo fortificado.
Al dolor traicionero.
A las distancias insalvables.

Miedo a darlo todo,
saneado con papel de regalo,
la parte más especial,
tu verdad, tu pensamiento,
tu rincón reservado.

Miedo a que se extinga
en huellas malolientes,
en polvo,
en insignificancia.

Miedo a moldear un unísono,
a sabiendas que acabará en abismo.

Miedo a realojar la realidad
en pequeños trocitos de nuestra alma.

Miedo a que los saltos salados,
dominen nuestros días.
A los intentos de reconstrucción.
A las máscaras y fortalezas.
Miedo a la pérdida de la esencia.

Miedo a convertirnos
en lo que hemos perdido,
en melancolía y vacío.

Miedo a la metamorfosis.
A dejar de ser alados.
A perder el brillo en las pupilas

Miedo a ser desterrados.
Al amor desmadejado.
A las mentes con forma de puño.

Miedo a la antigua tristeza.
Miedo al martirio.
A la máscara encerrada.

DETERIORO



Algo se ha roto.
La fragilidad sobre la que descansaban las cosas etéreas
se ha vencido ante la pesada evidencia:
densa, cargante, eléctrica.

El halo que nos enlazaba se dilató
de puro óxido.
Extinguido y evaporado,
era aquel pacto ilícito en que nos repartíamos
las parcelas de la piel,
la saliva entremezclada con lunares.

Tras la maraña ensimismada de sentimientos,
retumba el eco del miedo de mis pasiones.
Sintonizo las incomprensiones prensadas en papel
y renuncio a su virtud de desbarajuste.

La deuda aniquilada,
partícipe en partes rebanadas,
aprisiona los dedales de nuestros desvaríos
y los oculta en el oscuro pozo de lo olvidable.

AQUELLOS



Escupieron declaraciones inciertas,
con bocas pequeñas y cuellos escondidos.
Recorrieron las carencias,
que brotan cuando las sogas ahogan las laringes.
Compararon las respuestas.

Silenciaron las promesas.
Dilaparon el vacío.
Dilataron demasiadas lágrimas.
Expusieron sus ápices minúsculos.
Se recompensaron con el todo.

Llegaron con falsedades y escorias.
Camuflaron mentiras inciertas.
Crearon eslabones en las costuras.
Ayudaron a morir en las entrañas.

Pero por fin, se alejan.
Y me cobro mi libertad recobrada.
Extirpo sus dedos intocables.
Recobro mi cordura dañada.

CUENTA NUEVA



Nos incendiamos la anatomía y el cerebro.
Compartimos gran parte de nuestro desván.
Recibimos los pétalos desvalidos y los jubilosos.
Nos volcamos en abrazos desbocados.
Pero eso fue ayer,
o hace ya tiempo.

Hoy, nos expulsamos de nuestras cortinas.
Forzamos nuestras miradas a la distancia.
Redimimos las culpas,
o tal vez, miramos a otro lado.
Salpicamos con saludos de ascensor.
Vaciamos el grosor de nuestra piel.
Borramos nuestra memoria.