PÁNICO



Miedo a confiar.
Al egoísmo fortificado.
Al dolor traicionero.
A las distancias insalvables.

Miedo a darlo todo,
saneado con papel de regalo,
la parte más especial,
tu verdad, tu pensamiento,
tu rincón reservado.

Miedo a que se extinga
en huellas malolientes,
en polvo,
en insignificancia.

Miedo a moldear un unísono,
a sabiendas que acabará en abismo.

Miedo a realojar la realidad
en pequeños trocitos de nuestra alma.

Miedo a que los saltos salados,
dominen nuestros días.
A los intentos de reconstrucción.
A las máscaras y fortalezas.
Miedo a la pérdida de la esencia.

Miedo a convertirnos
en lo que hemos perdido,
en melancolía y vacío.

Miedo a la metamorfosis.
A dejar de ser alados.
A perder el brillo en las pupilas

Miedo a ser desterrados.
Al amor desmadejado.
A las mentes con forma de puño.

Miedo a la antigua tristeza.
Miedo al martirio.
A la máscara encerrada.

DETERIORO



Algo se ha roto.
La fragilidad sobre la que descansaban las cosas etéreas
se ha vencido ante la pesada evidencia:
densa, cargante, eléctrica.

El halo que nos enlazaba se dilató
de puro óxido.
Extinguido y evaporado,
era aquel pacto ilícito en que nos repartíamos
las parcelas de la piel,
la saliva entremezclada con lunares.

Tras la maraña ensimismada de sentimientos,
retumba el eco del miedo de mis pasiones.
Sintonizo las incomprensiones prensadas en papel
y renuncio a su virtud de desbarajuste.

La deuda aniquilada,
partícipe en partes rebanadas,
aprisiona los dedales de nuestros desvaríos
y los oculta en el oscuro pozo de lo olvidable.