LLUVIA II




El sentir el ronroneo acuoso acusando el omoplato.
El bailar el acorde minucioso en que respira la eternidad.
El buscar mentiras de hojalata para no tropezar
con los escombros.

El redimir el pasado con la lluvia de acero.
El saltar cantarino como ascuas hirviendo.
El rozar el botón mortífero,
con un soplo de brisa.

El trazar angostos laberintos por una chispa de luz.
El mascullar silencios por saberse exclamada.
El trenzar los cordones,
que nunca llegaron a existir.

El pulsar el hastío hasta el fondo.
El clamar por el recuerdo admirado.
El brotar rauda tras la lluvia,
y saber que su dolor tan solo cultivó.

CARRETERA PERDIDA


Silbido que resquebraja los trozos de batalla.
Canción de memoria infranqueable,
vibrante, allanada por ascuas apagadas ya.

Conversión al estático presente
con toques de ignorancia cómplice,
salvavidas de orgullo y lágrimas,
acaparadora de sed tragada.

Meciendo en las costillas al mustio brote
escogido en la vereda del cruce brillante,
bifurcación equivocada
del demasiado tarde.

EN VERDE Y BLANCO



Gris y opaco el transcurrir del viento.
Espesor de aguja que se encoge en la garganta.
Paisaje nublado el que recorre mi ansia
Grito fulgurante que oscila entre dos nodos
y lo convierte en tenebroso azul oscuro.

Cortinas amarillentas de luz filtrada por el arrope
reverdean la esperanza de saberse acogida.
Recuerdo fátuo del manantial de luces celestiales
provocan el definitivo verde pañoleta.

Y el gris opaco desemboca en el blanco resplandeciente
ayudado de las múltiples caricias que lo disuelven
Y estamos en el Coso, en verde y blanco,
y todo son risas en la albahaca oscense
y todos somos uno en nuestro vitoreo laurentino