POEMA DE AMOR EN CUATRO PASOS



Y deshacerme en pedazos minúsculos.
Invisibles, tremendamente presenciales.
Sentir tu voz ralentizada en esa hora mimetizada en segundos de ascensor,
donde me pides que pose mis manos
en un mundo tan ciego como mis anhelos.

Notar tu boca a pocos centímetros.
Galopar en la imaginación, esa triste traicionera.
Emular el tembleque infinito que agita todas las gotas de mi cuerpo.
Acelerar, parar, introducirme dentro de ti
para salir por esa misma puerta de realismo imperfecto.

De nuevo al mundo real.
A la conversación que surge, sorprendentemente fluida, de tus labios.
Despertando entre los límites del sueño, la realidad y la perdición,
me inmiscuyo de nuevo en tus palabras ínfimas.
En tus carnes, en tu lengua.

Me invade la tristeza de intuir semiabiertas
las heridas cicatrizadas.
De matar por el recuerdo de tu piel, de tu olor,
de tu voz, de tu abrazo, de tu beso.
De saberme atada a tus entrañas.

2 comments:

Anonymous said...

Los dejavú son solo eso, no lo olvides, no tienen poder (como por ejemplo el soplo)... Te quiero mucho!!

Laurentina said...

¡Gracias mi niña! El poder del soplo radica en que está en nosotros, los dejavús no... :)

Un besazo, yo también te quiero mucho