Pedazos entrelazados
en las ruinas de los pedestales.
Apoyos resquebrajados,
desmoronados.
Las catástrofes previstas se jactan,
ácidamente dolorosas,
a pesar de la costumbre,
del cansancio,
de las vías de escape.
Entrecortados,
todavía respiran los esplendores tardíos,
las lluvias derramadas,
la rudeza de tu alma,
esos abrazos benditos.
Mis cornisas de niña consentida,
se echan a temblar,
ante el dolor,
la ausencia,
la partición de la razón.
Circunstancias variables.
y cordura férrea.
Resistencia ante la ceguera,
entierro de lo certero.
Pago del rescate.
EL RESCATE
Publicado por Laurentina los 06:13
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2 comments:
Mi niña consentida, no te hundas. Tú, simplemente, no puedes. Te envío el más grande de los abrazos desde los sures de los reencuentros. David.
Gracias mi niño. No sabes las tablas de salvamento que son a veces los abrazos. Otro más grande si cabe desde los nortes.
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