EL RESCATE



Pedazos entrelazados
en las ruinas de los pedestales.
Apoyos resquebrajados,
desmoronados.

Las catástrofes previstas se jactan,
ácidamente dolorosas,
a pesar de la costumbre,
del cansancio,
de las vías de escape.

Entrecortados,
todavía respiran los esplendores tardíos,
las lluvias derramadas,
la rudeza de tu alma,
esos abrazos benditos.

Mis cornisas de niña consentida,
se echan a temblar,
ante el dolor,
la ausencia,
la partición de la razón.

Circunstancias variables.
y cordura férrea.
Resistencia ante la ceguera,
entierro de lo certero.
Pago del rescate.

2 comments:

Anonymous said...

Mi niña consentida, no te hundas. Tú, simplemente, no puedes. Te envío el más grande de los abrazos desde los sures de los reencuentros. David.

Laurentina said...

Gracias mi niño. No sabes las tablas de salvamento que son a veces los abrazos. Otro más grande si cabe desde los nortes.