TECHO



A veces las venas se deshacen,
y las lágrimas, doloridas,
pesan como losas,
agrietando las pupilas,
como vidrios de botella.

Hastiada de romper el viento,
y crujir los dientes,
cae vencida la conciencia,
ahumada, exhausta,
rendida.

Cocino los puñales
que resquebrajan el orgullo.
Merodeo por los
nuevos parajes del estaño
que deciden los tiempos grises.

La paciencia impacientada agoniza,
y la libertad y el derecho,
del aislamiento es un
reducto de utopías
mensajeras.

Mojada por truenos que ya no truenan,
ya no suplica mi humillación
ante almas que no lo merecen.
y le hacen sentir esculpida.

El derroche de energía,
cual tiempo de sueño,
finalmente, abre bocanadas,
y pide tregua tropezada.